El farmacéutico despierta confianza en la población, que lo ve como un sanitario accesible y cercano, capacitado, además de para garantizar un uso seguro y racional del fármaco, para contribuir a divulgar hábitos saludables y resolver pequeños problemas de salud. Además, siete de cada diez personas son fieles a una farmacia, lo que facilitaría su labor sanitaria. Sólo faltaría una actitud más activa del profesional para lograr una farmacia realmente asistencial.
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