Con una simple muestra de sangre o de saliva enviada al laboratorio, los diferentes biochips que hay en el mercado son capaces de generar información sobre si una persona metaboliza un fármaco de manera rápida o lenta, si determinado tratamiento le generará una reacción adversa, si su sangre es compatible en una transfusión de sangre o si genéticamente es susceptible de padecer cáncer, lo que abre un interesante camino en la prevención y el tratamiento.
http://www.correofarmaceutico.com/edicion/correo_farmaceutico/farmaciaeindustria/es/desarrollo/1095419.html
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